Durante la historia de la humanidad se ha mantenido una constante evolución de nuestro conocimiento del mundo que nos rodea y cómo transformarlo o aprovecharlo para cubrir nuestras necesidades. Delante de cada descubrimiento realizado, se nos ha abierto un abanico de posibilidades para construir un nuevo mundo, y pasos atrás al margen, avanzar hacia sociedades más prósperas, justas e igualitarias. Este hecho lo vemos ilustrado en que las diferentes épocas en las que agrupamos nuestra historia, generalmente, llevan el nombre de la tecnología, material o medio de producción que la caracterizan.
Esto se debe a que cada cambio tecnológico provoca cambios en las costumbres y hábitos de las personas que componen las sociedades. Si cambiamos nuestros hábitos, costumbres y la forma en que nos relacionamos, se produce un cambio social paulatino que podrá desembocar en un cambio de sistema. No todos los cambios tienen por qué ser drásticos, algunos provocan una ruptura mientras que otros pasan desapercibidos, la cuestión es que poco a poco se van sumando hasta producirse un cambio global.
En los últimos años, nuestra sociedad se ha caracterizado por tecnologías basadas en la comunicación y el uso de la información que nos rodea. De entre todas ellas, la aparición de internet es la que ha supuesto mayores cambios, tanto a nivel de medios de producción como en la forma en que nos comunicamos, informamos o entretenemos. Internet democratiza la información y el conocimiento, los pone a disposición de cualquier persona con acceso a la red.
En el contexto de la política, la red ha supuesto un cambio radical en la medida que los ciudadanos pueden informarse prácticamente al momento. El ritmo ha cambiado. Cualquier hecho que acontezca, se mantenga oculto o no, se acabará extendiendo rápidamente entre la ciudadanía y las redes sociales en línea.
Esto nos lleva a que los ciudadanos tengan a su disposición información con la que construir una opinión crítica y razonada mientras se comunican y organizan con otros ciudadanos para defender sus derechos y cumplir sus expectativas vitales. Estos cambios se han traducido en un aumento de la exigencia de los ciudadanos hacia la política, sobretodo en un contexto de crisis total y profunda, donde tras grandes fracasos se debe volver a recuperar la confianza perdida.
Las tecnologías que hacen que los ciudadanos exijan más a los partidos son también las que, por su evolución, nos dan la posibilidad de trabajar mejor para cumplir con las expectativas ciudadanas y de ser transparentes para recuperar su confianza. Trabajaremos mejor porque tendremos herramientas que nos permitirán organizarnos de forma más efectiva, exprimir todo el conocimiento colectivo de nuestra organización e involucrar a toda la militancia y ciudadanía. Seremos más transparentes porque podremos poner a disposición de la sociedad toda la información de la labor del gobierno, de forma accesible y comprensible.
También nos abren la puerta a una aspiración básica de la izquierda, realizar un gobierno para y con los ciudadanos. Un gobierno basado en la participación de todos, eliminando paternalismos y detectando los problemas de la ciudadanía en su base para atajarlos de raíz. Hablamos también de una mejor democracia, pues unos ciudadanos bien informados y con un espíritu crítico sólido son capaces de tomar la mejor decisión en conjunto.
Estos avances como sociedad no llegarán tan solo por la tecnología, esta sólo nos dará las posibilidades. Otros pilares de nuestra sociedad, como la educación, serán los que hagan que aprovechemos esas oportunidades de la mejor forma para el colectivo. No tenemos miedo como organización a que los ciudadanos tengan acceso a más información, sino que aprovecharemos esa oportunidad para realizar un gobierno más participativo, en contacto directo con la ciudadanía y sus problemas, aprovechando también todas estas posibilidades para ser mejores y poder hacer frente a los retos que presenta el futuro. Y es que, en esta época en la que vivimos, la información es poder y el poder debe pertenecer al pueblo.