Memoria 1

Cerrar heridas y avanzar

24 de octubre de 2019. 44 años después, los restos de un dictador abandonan el mausoleo en el que nunca debieron descansar. En otro 24 de octubre, pero de 1945, se creó lo que se conoce como la Organización de las Naciones Unidas, organismo que, junto con el Parlamento Europeo, nos instaron a trasladar los restos del tirano. Ha sido el Gobierno de Pedro Sánchez el que ha cumplido y, con ello, España deja de ser una anomalía democrática en Europa. Una vez más, es el Partido Socialista Obrero Español el que sitúa a este país en la modernidad y en la justicia.

Lamentablemente y a pesar de haber sido aprobado por el Parlamento (con la abstención del Partido Popular y Ciudadanos) y ratificado por el Tribunal Supremo, no nos han faltado las críticas, tanto por la derecha como por la izquierda. Algunos han equiparado el traslado de los restos del dictador a la quema de parroquias de 1936 y otros han calificado a este acto de memoria histórica de “electoralismo”.

La exhumación de Franco del Valle de los Caídos es solo el principio. Nos queda mucho por hacer en cuanto a memoria histórica y democrática en este país, y es por eso que necesitamos poder continuar con esta labor después del 10 de noviembre con una amplia mayoría progresista. Con el primer Govern de Francina Armengol se aprobaron dos leyes de vital importancia y contribución para este cometido en las Islas Baleares: las Leyes de Recuperación de Personas Desaparecidas durante la Guerra Civil (2016) y de Memoria y Reconocimientos Democráticos (2018).

Ambas leyes son una muestra de lo que el PSOE pretende hacer a nivel nacional: no puede quedar ninguna fosa sin abrir en toda España. Es por ello que es necesario la realización de un nuevo mapa de fosas. En consonancia con ello, la creación de un banco nacional de ADN y un censo de víctimas de la Guerra Civil y del Franquismo son instrumentos que ayudarán sustancialmente a avanzar en esta cuestión. El objetivo es reformar la Ley de Memoria Histórica de 2007 y convertir la memoria histórica en una cuestión de Estado.
El hecho de que Franco estuviera enterrado en un monumento no era solo una anormalidad democrática, sino también una ofensa a la memoria de los perseguidos, condenados y asesinados durante la dictadura, de igual manera que lo es que haya gente enterrada desaparecida por todo el territorio. No se trata de remover rencores ni odios, ni de crear división, es algo mucho más profundo: esto va de justicia, de memoria y de dignidad. Cerrar heridas y avanzar, ese es el objetivo.

Iván Torres Costa
Secretario de Derechos Humanos y Memoria Democrática de las JSIB

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